Y se marchó. Y dejo su amada campiña, con sus temperaturas insoportables y la belleza que un monocultivo puede desprender. Que mejor forma de terminar que una resaca de ordago, un paraje inhospito, unas horas perdidas y un: ¡hola, extraño! Vale, se que en la voz de Natalie Portman suena mejor, pero que le vamos hacer, cambie la voz hace años. Dichosa madurez.
Yo. Enemigo natural del destino donde los haya. Siempre asombrado antes las casualidades. Adorando esos encuentro fortuitos en mitad de ninguna parte, sin contar demasiado.
Ahi te ves, sintiendo esa extraña sensación de seguridad frente a los ojos de una desconocida. Sabes que no habrá beso, sabes que no la volverás a ver y que es altamente probable que ni siquiera sepas su nombre. Pero no importa, porque para eso están los desconocidos, para hacerte olvidar por minutos lo patetico de tu existencia, mientras ves como vuestros cigarros se consumen. Para despues alejarte y olvidar que un día estuviste allí.
Y es que por momentos puedes ser quien quieras, vivir en la ciudad de tu vida y tener el coche que soñaste. Nadie va a cuestionar las veracidad de tus sentencias porque lo importante es la sensación de contacto.
Así que ahora solo queda esperar. Esperar y cruzar los dedos cuando me acerque a una maquina de tabaco, cuando espere el bus o haga cola en correos. Porque nunca sabes cuando será la siguiente vez que repitas: Hola, desconocida.
Moraleja: Amigo. Si hoy es el dia, y es usted el afortunado al que el azar proporciona esta peculiar vivencia. No la deje pasar. Simplemente quedese, disfrute. y eso si, no pregunte demasiado. La linea que separa lo desconocido de lo detestado es muy fina.
lunes, 24 de agosto de 2009
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