martes, 10 de noviembre de 2009

En algún lugar de la memoria

Dicen que la naturaleza es sabia, pero no por eso justa. Dones entregados de forma no demasiado equitativa, cualidades en desequilibrio y demás atrocidades que nos impiden competir en igualdad de condiciones. Ante eso nuestro cuerpo que más justo si que es, se encarga del resto. Así que yo que de otras cosas no ando sobraó, desarrolle hace más tiempo del que soy capaz de recordar, una capacidad, yo diría que casi sobrehumana para fijarme en los detalles.
Y direis:¡Genial! Pues no, amigos, que no te cuenten rollos, es la capacidad más coñazo que una persona pueda resistir.
Un día te despiertas, sales a la calle, y sin pedirlo ni esperarlo: "mira si es...¿Quién cojones es?Me suena su cara...".Hasta aquí nada que objetar. Como cualquier hijo de vecino reconocemos a alguien que nos es familiar y no somos capaces de recordar quien es. Don' worry. Cuando estemos cenando como si de un flash se tratara lo recordaremos y vivieron felices y comieron perdices.
Pues he aquí el dilema. Cuando eres de los que observan, de los que llevan el wireless normalmente ON, se plantea una duda. ¿Realmente conozco a esa persona o puede que me haya cruzado antes y me fijara tal como ocurrió hoy? ?Realmente sabemos nuestros nombres, o solo llevaba un cinturón que me dejo ciego? Y es que cualquier bofetada a una norma estética o de estilo, un tono más chiriante de la cuenta o una halo que me deslumbre puede ser motivo para distraer mi atención provocando que en un segundo encuentro me parezca conocid@.



En bref. Tras años y años de investigaciones y estudios cual aprendiz de periodista no he conseguido hallar la solución. Me rindo.
Llegados a ese punto, solo te quedan dos alternativas: Dejar que el azar sea quien decida si os conoceis de algo, trayendo de nuevo a tu memoria su identidad, o hacer alardes tontos en busca de respuesta, cual animal pavoneandose frente a una hembra. Lo que nos lleva a otra cuestión: Si no eres capaz de acordarte, ¿Realmente es tan necesario saludar?

Moraleja: Como tengo visto y comprobado la imposibilidad de distinción entre ambas situaciones, pues en un intento de facilitarme la vida, ya sabeis el rollo ese de la ley del mínimo esfuerzo y demás panplinas que se asocian a los nacidos después del 80, decidí cree siempre que se trataba de alguien que no conocía. En cuanto a vosotros... ya lo pensaré mañana.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Adivina quien viene esta noche

Supongo que si hay algo que nos mantiene en la brecha es la incertidumbre. El dormir o intentarlo sin saber muy bien que ocurrirá. Nos hace estar expectantes, nos hace no perder la concentración porque esa intriga es la que sostiene a los personajes de esta historia: es la capacidad de sorprenderse.
Sorpresas. Siempre he oido por ahi que la experiencia no solo destroza tu imaginación y tu jovial tez, también jode cualquier posibilidad o esperanza de sorprenderse. Jodidos conductistas menospreciando constantemente el poder de la mente. Que sean menos agradables no significa que desaparezca de nuestra vida.
Atrás quedan los regalos cuando vuelven de viaje, las cartas de amigos de campamentos, y los examenes cuando la clase se alborota, pero tranquilos amigos de lo imprevisto, que la Gemio prefiera la radio no significa que se terminen las sorpresas. Al contrario no han hecho más que empezar.



Sed bienvenidos. Os doy la bienvenida al mundo en el despues de 4 años trabaja debajo de casa, ese tema si que entraba en el examen y los regalos no siempre son de tu agrado. Aun así no sufrais, disfrutad de las agradables y aprended a reiros de las que no lo son tanto, al fin y al cabo que sería de este cuento sin el gusanillo de lo imprevisible.

Moraleja: Con esto de sorprender solo tiene uno que tener una cosa en cuenta. Asegurarse de no ser el sorprendido cuando pretendias ser el artifice de la misma. Y es que yo siempre lo he dicho: la mejor de las noticias llega en el más inesperado de los momentos.