domingo, 2 de octubre de 2011

Great Expectations


Tal día como hoy, justo hace dos semanas llegué a esta ciudad. Todavía en aquel momento retumbaban en mis odios las despedidas, las promesas. Aún hoy lo hacen. Entre las siempre amargas palabras que marcan un final, sea cual sea y la ilusión de los mejores deseos, podía ver como el mundo me pregunta entre abrazos y besos por el miedo. ¿No tienes miedo? No era algo que pudiera responder entonces. Yo el miedo solo lo reconozco cuando duerme conmigo.
Casi 900km mas al norte y 14 días hacia el invierno, aún impresionado por los edificios infinitos, escaleras mecánicas que marcan tu camino y la insólita hospitalidad de la fría gran ciudad, creo que tengo una respuesta. No me da miedo caminar solo. No uso cámara de fotos.



Nada como unos metros de distancia para apreciar la perfección de lo que construiste durante toda tu vida. Nada como el tiempo para inmortalizarlo. Después de todo, algo tan perfecto no hay imperio que lo destruya.
Y ya que lo preguntaste, y dada tu curiosidad te responderé. ¿Sabes a lo que tengo miedo? Tengo miedo de dejar de levantar la vista cuando vea un edificio alto. Tengo miedo de no sonreír cuando alguien me ayude. Tengo miedo de no respirar profundamente para intentar recordar el olor de esta o cualquier otra ciudad. Tengo miedo de caminar lento. Volver a ver en el reloj las 3:00 a.m.

Y es que se respira tan bien desde la mediocridad.